sábado, 18 de febrero de 2012

Una para lectoras: de mujeres inteligentes que se enamoran como idiotas

Dos historias protagonizadas por mujeres : Sira y Amelia.  Las dos son valientes, inteligentes, piensan y se juegan por sus ideas; también se enamoran como idiotas, como dice mi querida Angeles Mastretta: " La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota:"
Tienen mucho en común, ya que ambas historias se  desarrollan  en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.  El tiempo entre costuras, que  también incluye la Guerra civil española, tiene personajes históricos verdaderos entre los protagonistas de la historia. Dime quién soy abarca un lapso de tiempo más largo, llegando hasta la actualidad.
He leído estas dos novelas, entre otras, en este verano. Me han acompañado durante largos días, sobre todo “Dime quién soy” con su porte voluminoso de libraco de tapas duras de 1056 páginas.
Ninguna de las dos ha llegado a emocionarme como lo suele lograr Almudena, Angeles Mastretta o a veces Gioconda Belli, pero me ha gustado leerlas. En realidad, me ha gustado mucho más “Dime quien soy”, tal vez porque se trata de la búsqueda que un joven periodista hace de la historia de su bisabuela.
Las portadas de los dos libros son muy bellas:


Y hablando de libros y de mujeres inteligentes que se enamoran como idiotas… les dejo el cuento de Angeles al que hice referencia, una historia más de ese bellísimo libro que para mí es “Mujeres de ojos grandes”.  Ojalá puedan disponer de un ratito para disfrutarlo.
 La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota. Lo Había visto llegar una mañana, caminando con los hombros erguidos sobre un paso sereno y había pensado: "Este hombre se cree Dios". Pero al rato de oírlo decir historias sobre mundos desconocidos y pasiones extrañas, se enamoró de él y de sus brazos como si desde niña no hablara latín, no supiera lógica, ni hubiera sorprendido a media ciudad copiando los juegos de Góngora y Sor Juana como quien responde a una canción en el recreo.

Era tan sabia que ningún hombre quería meterse con ella, por más que tuviera los ojos de miel y una boca brillante
, por más que su cuerpo acariciara la imaginación despertando las ganas de mirarlo desnudo, por más que fuera hermosa como la virgen del Rosario. Daba temor quererla porque algo había en su inteligencia que sugería siempre un desprecio por el sexo opuesto y sus confusiones.

Pero aquel hombre que no sabía nada de ella y sus libros, se le acercó como a cualquiera. Entonces la tía Daniela lo dotó de una inteligencia deslumbrante, una virtud de ángel y un talento de artista. Su cabeza lo miró de tantos modos que en doce días creyó conocer a cien hombres.

Lo quiso convencida de que Dios puede andar entre mortales, entregada hasta las uñas a los deseos y las ocurrencias de un tipo que nunca llegó para quedarse y jamás entendió uno solo de todos los poemas que Daniela quiso leerle para explicar su amor.

Un día, así como había llegado, se fue sin despedir siquiera. Y no hubo entonces en la redonda inteligencia de la tía Daniela un solo atisbo de entender qué había pasado.

Hipnotizada por un dolor sin nombre ni destino se volvió la más tonta de las tontas. Perderlo fue una larga pena como el insomnio, una vejez de siglos, el infierno.

Por unos días de luz, por un indicio, por los ojos de hierro y súplica que le prestó una noche, la tía Daniela enterró las ganas de estar viva y fue perdiendo el brillo de la piel, la fuerza de las piernas, la intensidad de la frente y las entrañas.
Se quedó casi ciega en tres meses, una joroba le creció en la espalda, y algo le sucedió a su termostato que a pesar de andar hasta en el rayo del sol con abrigo y calcetines, tiritaba de frío como si viviera en el centro mismo del invierno. La sacaban al aire como a un canario. Cerca le ponían fruta y galletas para que picoteara, pero su madre se llevaba las cosas intactas mientras ella seguía muda a pesar de los esfuerzos que todo el mundo hacía por distraerla.

Al principio la invitaban a la calle para ver si mirando las palomas o viendo ir y venir a la gente, algo de ella volvía a dar muestras de apego a la vida. Trataron todo. Su madre se la llevó de viaje a España y la hizo entrar y salir de todos los tablados sevillanos sin obtener de ella más que una lágrima la noche que el cantador estuvo alegre. A la mañana siguiente le puso un telegrama a su marido diciendo: "Empieza a mejorar, ha llorado un segundo". Se había vuelto un árbol seco, iba para donde la llevaran y en cuanto podía se dejaba caer en la cama como si hubiera trabajado veinticuatro horas recogiendo algodón. Por fin las fuerzas no le alcanzaron más que para echarse en una silla y decirle a su madre: "Te lo ruego, vámonos a casa".

Cuando volvieron, la tía Daniela apenas podía caminar y desde entonces no quiso levantarse. Tampoco quería bañarse, ni peinarse, ni hacer pipí. Una mañana no pudo siquiera abrir los ojos.

-¡Está muerta! - oyó decir a su alrededor y no encontró las fuerzas para negarlo.
Alguien le sugirió a su madre que ese comportamiento era un chantaje, un modo de vengarse en los otros, una pose de niña consentida que si de repente perdiera la tranquilidad de la casa y la comida segura, se las arreglaría para mejorar de un día para el otro. Su madre hizo el esfuerzo de abandonarla en el quicio de la puerta de la Catedral.

La dejaron ahí una noche con la esperanza de verla regresar al día siguiente, hambrienta y furiosa, como había sido alguna vez. A la tercera noche la recogieron de la puerta de la Catedral con pulmonía y la llevaron al hospital entre lágrimas de toda la familia.

Ahí fue a visitarla su amiga Elidé, una joven de piel brillante que hablaba sin tregua y que decía saber las curas del mal de amores. Pidió que la dejaran hacerse cargo del alma y del estómago de aquella náufraga. Era una creatura alegre y ávida. La oyeron opinar. Según ella el error en el tratamiento de su inteligente amiga estaba en los consejos de que olvidara. Olvidar era un asunto imposible. Lo que había que hacer era encauzarle los recuerdos, para que no la mataran, para que la obligaran a seguir viva.

Los padres oyeron hablar a la muchacha con la misma indiferencia que ya les provocaba cualquier intento de curar a su hija. Daban por hecho que no serviría de nada y sin embargo lo autorizaban como si no hubieran perdido la esperanza que ya habían perdido.

Las pusieron a dormir en el mismo cuarto. Siempre que alguien pasaba frente a la puerta oía a la incansable voz de Elidé hablando del asunto con la misma obstinación con que un médico vigila a un moribundo. No se callaba. No le daba tregua. Un día y otro, una semana y otra.

-¿Cómo dices que eran sus manos? - preguntaba. Si la tía Daniela no le contestaba, Elidé volvía por otro lado.
-¿Tenía los ojos verdes? ¿Cafés? ¿Grandes?
-Chicos - le contestó la tía Daniela hablando por primera vez en treinta días.
-¿Chicos y turbios?- preguntó la tía Elidé.
- Chicos y fieros - contestó la tía Daniela y volvió a callarse otro mes.
- Seguro que era Leo. Así son los de Leo - decía su amiga sacando un libro de horóscopos para leerle. Decía todos los horrores que pueden caber en un Leo. - De remate, son mentirosos. Pero no tienes que dejarte, tú eres de Tauro. Son fuertes las mujeres de Tauro.
- Mentiras sí que dijo - le contestó Daniela una tarde.
-¿Cuáles? No se te vayan a olvidar. Porque el mundo no es tan grande como para que no demos con él, y entonces le vas a recordar sus palabras. Una por una, las que oíste y las que te hizo decir.
-No quiero humillarme.
-El humillado va a ser él. Si no todo es tan fácil como sembrar palabras y largarse.
-Me iluminaron -defendió la tía Daniela.
- Se te nota iluminada - decía su amiga cuando llegaban a puntos así.

Al tercer mes de hablar y hablar la hizo comer como Dios manda. Ni siquiera se dio cuenta cómo fue. La llevó a una caminata por el jardín. Cargaba una cesta con fruta, queso, pan, mantequilla y té. Extendió un mantel sobre el pasto, sacó las cosas y siguió hablando mientras empezaba a comer sin ofrecerle.

- Le gustaban las uvas - dijo la enferma.
- Entiendo que lo extrañes.
Sí - dijo la enferma acercándose un racimo de uvas -. Besaba regio. Y tenía suave la piel de los hombros y la cintura.
-¿Cómo tenía? Ya sabes - dijo la amiga como si supiera siempre lo que la torturaba.
- No te lo voy a decir - contestó riéndose por primera vez en meses. Luego comió queso y té, pan y mantequilla.
- ¿Rico? - le preguntó Elidé.
- Sí - le contestó la enferma empezando a ser ella.

Una noche bajaron a cenar. La tía Daniela con un vestido nuevo y el pelo brillante y limpio, libre por fin de la trenza polvorosa que no se había peinado en mucho tiempo.

Veinte días después ella y su amiga habían repasado los recuerdos de arriba para abajo hasta convertirlos en trivia. Todo lo que había tratado de olvidar la tía Daniela forzándose a no pensarlo, se le volvió indigno de recuerdo después de repetirlo muchas veces. Castigó su buen juicio oyéndose contar una tras otra las ciento veinte mil tonterías que la había hecho feliz y desgraciada.

- Ya no quiero ni vengarme - le dijo una mañana a Elidé -. Estoy aburridísima del tema.
- ¿Cómo? No te pongas inteligente - dijo Elidé-. Éste ha sido todo el tiempo un asunto de razón menguada. ¿Lo vas convertir en algo lúcido? No lo eches a perder. Nos falta lo mejor. Nos falta buscar al hombre en Europa y África, en Sudamérica y la India, nos falta encontrarlo y hacer un escándalo que justifique nuestros viajes. Nos falta conocer la galería Pitti, ver Florencia, enamorarnos en Venecia, echar una moneda en la fuente de Trevi. ¿Nos vamos a perseguir a ese hombre que te enamoró como a una imbécil y luego se fue?

Habían planeado viajar por el mundo en busca del culpable y eso de que la venganza ya no fuera trascendente en la cura de su amiga tenía devastada a Elidé. Iban a perderse la India y Marruecos, Bolivia y el Congo, Viena y sobre todo Italia. Nunca pensó que podría convertirla en un ser racional después de haberla visto paralizada y casi loca hacía cuatro meses.

- Tenemos que ir a buscarlo. No te vuelvas inteligente antes de tiempo - le decía.
- Llegó ayer - le contestó la tía Daniela un mediodía.
- ¿Cómo sabes?
- Lo vi. Tocó en el balcón como antes.
- ¿Y qué sentiste?
- Nada.
-¿Y qué te dijo?
- Todo.

- ¿Y qué le contestaste?
- Cerré.
-¿Y ahora? - preguntó la terapista.
- Ahora sí nos vamos a Italia: los ausentes siempre se equivocan.
Y se fueron a Italia por la voz del Dante: "Piovverà dentro a l'alta fantasía."
¿A alguna le sucedió algo parecido???
Un abrazo "caluroso" (nunca mejor dicho...)

25 comentarios:

  1. EXQUISITA LECTURA...ME ENCANTO...CUANDO ESTUVE EN CORDOBA ESTUVE MIRANDO EL LIBRO ENTRE COSTURAS, PERO NO LO COMPRE PORQUE PRIMERO TENIA QUE TERMINAR OTRAS LECTURAS, PERO YA HABRA TIEMPOO...BESOS.

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  2. ESTE TAL JULIAN NO ES MAS QUE MI HIJO, yo hice clik en publicar sin corroborar que habia estado usando su blog, O SEA EL COMENTARIO ES MIO...JAJAJAJA...BESOS MARIELA.

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  3. Guauuuuuuuuu que avant del libro!!1 Marce serias una excelente marchand de libros!!!!jajajajajaja, creo que lo buscare para comprarlo, y en cuanto a la pregunta te cuento que si que me ha pasado no tan asi obvio, pero que me quise morir por amor, si sisisi y hoy celebro que asi haya sido, porque finalmente pienso que tristeza de vida si no se ha tenido un amor por el cual una moriria o darse cuenta que le ha pasado la vida y nunca sufrio por amor....aayy estoy un poco tanguera hoy no?? es mucho para una tarde de carnaval. Besos quilteros Liliana.

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  4. Hola Marcela!!!
    Gracias por compartir este bonito relato sobre la Tía Daniela, se convirtió en la lectura previa a mi siesta...
    Siempre se escuchan historias parecidas, hoy por hoy me gustaría planear esos viajes pero por el solo hecho de conocer esos lugares...vamos?
    Leí el tiempo entre costuras y me gustó, me voy a poner en campaña por el de Julia Navarro.
    Muy buen fin de semana!!!!
    Abrazos!!!!!

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  5. Gracias por regalarnos la Tía Daniela, la lectura suavizó la calurosa tarde de sábado. Yo acabo de terminar Diez mujeres de Marcela Serrano, toda una estampa de la mujer chilena de nuestros días.
    Sos nuestra asesora de qué buscar en las librerías!!! me encantó. Besos, Marce.

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  6. Yo leí los dos al mismo tiempo, un ratito cada uno. Las historias y los personajes se parecçian tanto al principio (en la etapa de la guerra civil) que llegué a confudirme sobre lo que había leído en uno o en otro.
    A mí también me gustó más el de Julia Navarro, yo diría que Amelia, más que inteligente era una mujer valiente; aunque el de María Dueñas también fue entretenido, y me gustó cómo integró a personajes históricos reales dentro de la ficción.

    Le he dado otra oportunidad a Almudena Grandes, y ahora estoy leyendo "Inés y la Alegría", otra historia sobre la guerra civil, para variar, jaja. ¿Lo has leido tú?
    Me está gustando mucho, a pesar de los contínuos saltos temporales que en ocasiones confunden. Y a propósito de mujeres inteligentes que se enamoran como idiotas, Inés es miembro del club.

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  7. Que bonito relato!
    Los otros dos libros me gustaron todo y que son muy distintos.
    Sigo teniendo problemas para dejarte comentarios...que fastidio!Otro besito.

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  8. Gracias por el dato Marce, a uno de los libros lo vengo viendo desde hace rato, voy a ver si lo consigo porque ya me hiciste picar el bichito jeje
    besito

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  9. Hermoso el cuento, me diste una gran alegría porque me hiciste comprobar que soy una mujer inteligente, porque siempre me enamoré como una idiota.Ja ja ja
    Esos libros no los leí así que copio los nombres y los autores para buscarlos.
    Besos

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  10. Hola amiga!!!
    Gracias por compartir tan lindo relato.....
    Felices Carnavales!
    Un fuerte abrazo desde Venezuela!!!

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  11. ¡Ay, amiga! No disponía de un ratito. Tu sabes que visitar a las amigas blogueras toma su tiempo, aún así no pude resistirme a tus relatos porque me gustan y siempre nos das algo buenísimo. Me encantó. Gracias.
    Besitos,
    Yasmin

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  12. Me encantó el relato¡¡, a mi me gustaría recorrer esos lugares tan impresionantes, aunque sin pena..

    Los libros de los que hablas ya los leí, el que mas me gustó fue el de julia navarro, me encantó.

    besiños desde Galicia

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  13. Amiga, tu comentario llega justo!!Casi termino el libro de Almudena,"Malena es ...." dejè 2 hojitas sin leer,porque quedè tan impactada que pienso ¡que leo ahora? nada lo va a superar, es atrapante y tiene tantas historias que cuando crees que ya va bien,zas! surge otra. Ytengo tanto pendiente que creo que por un tiempito (hasta que se me pase)no comienzo otro.-Es el mejor de Almudena, un abrazo Renèe

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  14. Me ha encantado el relato de la tía Daniela. Me apunto el título para buscarlo cuando vaya a la librería. Un beso y gracias.

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  15. Me apunto el relato de la Tía Daniela, mil gracias por compartirlo, El Tiempo entre Costuras, lo leí en vacaciones,me encantó, además que es rítmico, y te lleva a un tiempo y un lugar, donde siempre nos lo han contado, desde el punto de vista de un bando y otro, pero este libro, es la vida de una persona que solo quiere salir de la miseria en la que se a visto metida, por amar a quien no se lo merecía. Ahora en Antena Tres tV, están haciendo una miniserie te paso el enlace por si quieres ver las primeras imágenes, no se cuando se estrenará ya te contaré
    http://www.antena3.com/series/el-tiempo-entre-costuras/noticias/primeras-imagenes-tiempo-costuras_2011061500042.html

    Feliz Semana, un abrazo.

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  16. Marcela, estuve en Barcelona este finde, en casa de mi suegra, y casualmente estuve leyendo varios cuentos de Mujeres de Ojos Grandes, que tomé prestado de su biblioteca. Son unos relatos estupendos.
    A mí personalmente El tiempo entre costuras no acabó de gustarme, no me parece muy creíble el personaje de la protagonista...
    El otro no lo he leído.
    Un besote,
    Elena

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  17. Hola, Marcela!
    Gracias a la publicación de tu relato pude conocer a esta autora mejicana. Mil gracias por compartirlo, amiga. No pude con mi curiosidad y fui a investigar un poquito por internet sobre ella y encontré conferencias, charlas, entrevistas que me atraparon al punto de olvidarme de la cena y dejar a todos con hambre en casa.
    Yo estuve leyendo un libro de una autora argentina que no logró atraparme. Habré llegado a un tercio y comencé a sentir que me pesaba su lectura. Había sentido por momentos que algunas escenas se parecían a un culebrón y me fui desencantando. Así que no recomiendo "La Maestra de la Laguna". Quizás fue el contraste, es que había leído el libro de Skármeta anteriormente y en la comparación perdió el libro de la maestra. El comienzo del libro me había deslumbrado especialmente por la imaginación de la autora, pero al llegar al 30% de la historia comencé a perder interés y me sorprendió porque no me sucede eso casi nunca. A mi me pasa lo siguiente: lo abandono apenas comienza en las primeras páginas o lo termino a como sea. Pero con éste no logro seguirlo.
    He decidido que voy a seguir tus consejos y voy a incursionar en el mundo de Mastretta.
    Marcela, por favor, seguí asesorando a tus amigas bloggeras con tus lecturas. No tenés idea lo bien que me hacen tus relatos y recomendaciones.
    Sigamos compartiendo, besito grande, María Elena.-

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  18. Hola!!!
    Acabo de encontrar tu blog por casualidad y me encanta. Los libros son mi mundo desde siempre, incluso desde antes de saber leer.
    En cuanto a los libros que comentas en esta entrada, los he leido los dos. No sabría decir cual me ha gustado mas, cada uno a su manera.
    Tambien has comentado Inés y la alegría, también lo leí, y me gustó.
    Ya me hice seguidora tuya, así que estaré esperando nuevas recomendaciones.
    Saludos.
    P.D.: También tengo blog, y entre otras cosas pongo libros ( o eso pretendo, estoy empezando)losexperimentosdeana.blogspot.com

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  19. MArce, creo que voy a echar un ojo a mi lista de libros por leer... un besazo y gracias por tus recomendaciones

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  20. si me dan a elegir no puedo decidirme por uno , los dos me engancharon y los devoré!!!!

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  21. hola Marce!!! eras vos la de la alfombra! jajaja que despistada yo! ni loca la mia está mejor que la tuya! la tuya está toda redondita, chatita.. la mia llena de defectos!gcias por la inspiracion! y perdon por el despiste!
    besos!

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  22. Hola Marce!!! Gracias por la magistral tía Daniela. De los dos sólo leí "El tiempo entre costuras" y me gustó, ahora estoy leyendo "El loco Dorrego" que me prestó mi sobrino y como está entre mis próceres preferidos vengo bien con la lectura aunque todos sabemos el final...
    Todavía me debo algo de Almudena, es que tiene tantos que no sé por cual comenzar.
    Te vi paseando por Córdoba, me alegró que se hayan encontrado con Graciela, es muy buena persona y muy trabajadora (hiperactiva!)
    Te dejo un fuerte abrazo.

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  23. Muy buenas recomendaciones, a pesar de que no te haya gustado tanto, me intriga por leer el tiempo entre costuras, veré si la encuentro, me gustan las novelas históricas, he leído varias de Florencia Bonelli. Gracias por el comentario.

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  24. hola Marce! como estas? paso a saludarte, aprovechando que mis dos borreguitos duermen una siestita y puedo sentarme a la computadora... creo que va a ser un año dificil, extraño mucho coser! no te imaginas! te dejo un beso muy grande! espero que estes pasando un finde hermoso!

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  25. Hola Marce!!!
    Gracias por las recomendaciones de libros tan interesantes...me los perdi estas vacaciones...los apunto para la proxima. Aunque entre las materias de mi hija "algo" pude leer...
    Muero por saber de tus noticias, mandame un mail y contame!!
    Un beso grande!!!

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